Domingo 17 - Por Martín Kanenguiser - “La única verdad es la realidad y por eso yo estoy hablando con
ustedes”. Con esta frase, el jefe de gabinete, Juan Manzur, intentó calmar a
los inversores en Nueva York acerca de una posible radicalización del gobierno
luego de las elecciones.
“Acá el que manda
es el presidente”, dijo antes de apelar a la frase de Aristóteles que el ex
presidente Juan Domingo Perón hizo suya. De todos modos, el ex gobernador
tucumano esbozó una sonrisa y no respondió cuando le preguntaron si ese
principio también aplicaba cuando se toma al dólar blue como valor de
referencia de la “realidad del país”. Justamente, sobre la política
cambiaria, Guzmán -frente a la mirada adusta de Manzur-ratificó que no “habrá
una devaluación” tras los comicios del mes próximo.
La promesa más
concreta de Manzur y del ministro Martín Guzmán fue que el
Gobierno no se radicalizará después de las elecciones de noviembre como temen
los inversores y que habrá un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional
(FMI), aunque no se concretará rápido. Al respecto, Guzmán repitió que la
idea es que haya un “compromiso” del Fondo por el cual, aunque se firme primero
un programa convencional, luego se pueda cambiar por otro si finalmente se concreta
la idea de crear un plab más flexible (de “resiliencia”), que todavía no avanzó
demasiado en el organismo multilateral. Es por esta razón que en Washington el
ministro avanzó algunos pocos casilleros con el staff del Fondo, pero todavía
aparece lejos del área para poder convertir, mientras el tiempo corre, ya
que en el primer trimestre de 2022 hay vencimientos por USD 6000 millones.
En tanto, Manzur,
invocó principios poco simpáticos para Wall Street, como la omniprescencia del
Estado, la convivencia entre el capital y el trabajo como eje del peronismo
para intentar seducir a casi 20 ejecutivos del sistema financiero que
escucharon con el deseo de creerles, pero con poca fe acerca del cumplimiento
de lo allí se prometió. Sin embargo, los inversores sí se sintieron complacidos
por la presencia del jefe de gabinete y por la “solidez” de la presentación
retórica de ambos.
Juan Manzur y Martín Guzmán en Nueva York
“Martín muestra
buenas intenciones, lo que dice no está mal, pero nos pide a nosotros que
confiemos cuando los que compran dólares son los argentinos y los empresarios
no invierten porque desconfían del continuo cambio de reglas; las trabas son
cada vez mayores para los que quieren invertir”, indicó a Infobae un
ejecutivo extranjero que asistió al encuentro en el coqueto edificio del
consulado en Nueva York. Al fin de cuentas, se lamentó, “para financiar la
suba del gasto que hizo el Gobierno, el esfuerzo lo hicimos nosotros con el
ahorro que lograron con el canje de bonos del 2020″, agregó, mientras terminaba
de degustar una de las medialunas que les ofrecieron a los invitados.
Los inversores se
sintieron a gusto con la presencia de Manzur y Guzmán, pero quieren ver
acciones concretas de cambio de rumbo del Gobierno para volver a confiar en la
Argentina. Además, cuando el ministro dijo que “el ajuste siempre es
recesivo”, alguien le señaló el ejemplo de Grecia, que “ajustó y se convirtió
en un caso exitoso”, lo que no pudo ser respondido por el funcionario.
Entre otros,
estuvieron los ejecutivos Pablo Goldberg de BlackRock; Diego
Ferro de M2M Capital, Javier Timerman de AdCap, Gustavo
Ferraro de Gramercy, Sebastián Vargas de Barclays, Darío
Lizzano de PointState Argentum, Alberto Ades de NWI
Management, Claudia Castro de Invesco, Andrés Lederman de
Fintech; Matias Silvani de Goldentree, Luis Simón de
Goldman Sachs, Soledad López de Morgan Stanley y Fernando
Grisales de Schroeders, Ruben Kliksberg de Redwood Capital
Management); Martín Marron de JP Morgan y Gerardo
Bernaldez de CarVal Investors.
Aunque los ejecutivos
de Wall Street escucharon con atención y buena predisposición las disertaciones
y las respuestas de ambos funcionarios, el encuentro no alcanzó para torcer el
escepticismo predominante en el mercado. “Estuvieron bien, pero ahora la
gente quiere ver hechos antes de volver a comprar bonos
argentinos”, apuntó otro de los asistentes.
Kristalina
Georgieva y Martin Guzmán
Las dudas se basan
en tres factores, según comentó otro de los invitados:
- ”No se cansan de
repetir que los problemas de la brecha cambiaria son responsabilidad de los
inversores y que la culpa de todo lo que pasa en el país es
responsabilidad de los gobiernos previos, como si ellos no hubieran gobernado
nunca”.
- ”No se hacen
cargo del ruido interno que hay en la coalición de Gobierno y afirman que
responde al hecho de que están en campaña, como si se estuvieran peleando con
la oposición y no entre ellos”.
- ”Ellos dicen lo
que van a hacer pero no queda claro que tengan el poder para
implementarlo. Manzur prometió que el PJ va acompañar al presidente y,
como fue Cristina quien avaló su designación, solo cabe esperar que sea un
cambio, un giro”.
En Washington el
resultado no fue mucho más alentador: Guzmán ratificó esta semana que quiere
avanzar hacia un acuerdo con el FMI lo antes posible tras las elecciones, pero
todos los gestos y medidas oficiales van en el sentido contrario. Cabe recordar
que el ministro mantuvo una agitada agenda de trabajo con la directora gerente
del organismo, Kristalina Georgieva, y con el staff liderado por Julie
Kozack.
La sensación
predominante entre sus interlocutores es que al ministro no le faltan buenas
intenciones, pero tiene dos problemas fundamentales: el Gobierno no tiene una
agenda coherente que corrija la inestabilidad macroeconómica y, además, no sé sabe
qué poder tiene para implementar lo que enuncia.
Es por este motivo
que Georgieva reiteró, como ocurre desde fines del 2019, que la
Argentina necesita mostrar un plan que promueva el crecimiento económico y el
empleo privado para llegar a un acuerdo; a su vez, la economista del
organismo, Gita Gopinath indicó que la inflación no tiene un ancla en
la Argentina, una definición subida de tono para un organismo que suele cuidar
al máximo su lenguaje cuando se refiere al país que le debe 45.000 millones de dólares.
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