Por Juan Strasnoy
Peyre - El Banco Central sostuvo
durante agosto su política de ancla cambiaria para intentar consolidar la lenta desaceleración mensual de la inflación, que persiste en niveles muy elevados.
Si bien interrumpió
por primera vez en el año la continua reducción del ritmo de depreciación
mensual, el dólar mayorista terminó con un alza del 1,09%, apenas por
encima del 1% de julio pero lejos del Índice de Precios al Consumidor (IPC) que
las consultoras estiman algo por debajo del 3%. Ocurrió en un mes pre-PASO que
cerró con algo más de calma en las expectativas de devaluación pese a que, como
era de esperarse, creció la búsqueda de cobertura para después de las
elecciones.
En ese marco, el
BCRA volvió a intervenir en el mercado de futuros aunque terminó el mes con su
capacidad de intervención casi a pleno en esa plaza.
Según supo Ámbito de fuentes oficiales, el Banco Central operó
algunos contratos, la mayoría a agosto aunque también unos pocos a posiciones
algo más extensas. Así, luego de tres meses de cerrar sin contratos abiertos en
el Rofex, ahora quedó con poco más de u$s300 millones vendidos. Un número que
de todas maneras es muy bajo, más aún para una etapa preelectoral, que le
garantiza casi plena capacidad de capacidad de acción para salir a contener
eventuales movimientos disruptivos.
El mercado de
futuros del dólar es
una plaza que se negocia en pesos pero que le brinda a los inversores cobertura
ante una eventual devaluación. La venta de este tipo de contratos es una
herramienta que utiliza el BCRA para incidir en las expectativas de
depreciación. En el pico de la corrida de octubre de 2020, por caso, llegó a
tener contratos abiertos por el equivalente a u$s8.400 millones, lo que permite
dimensionar el margen de intervención actual.
Ese poder de fuego
para incidir en las expectativas se suma a otro dato que fue leído como
positivo en la entidad que preside Miguel Pesce. Si bien
ayer tuvo que desprenderse de otros u$s130 millones para abastecer la típica
demanda por cierre de posiciones de fin de mes por parte importadores y bancos,
según fuentes privadas, terminó agosto con saldo neutro en sus intervenciones
en el mercado de cambios oficial ante un todavía importante ingreso de divisas
del agro. Un resultado que no se veía desde 2016 y que es atípico para un
momento del año en que la estacionalidad del flujo comercial suele jugar en
contra.
Fue un mes en el
que la llegada de los u$s4.334 millones de derechos especiales de giro
(DEG) del FMI reforzó las reservas del Central. Aunque el grueso de
esos recursos se irá en lo que resta del año en pagos al propio organismo. Así,
las tenencias internacionales brutas subieron en agosto u$s3.598 millones (la
diferencia se explica fundamentalmente por cancelaciones de deuda e
intervención sobre la brecha cambiaria) y terminaron ayer en u$s46.180
millones. Sin incluir los DEG, las reservas
netas quedaron en torno a los u$s7.000 millones, según cálculos privados.
Este es el plafón
con el que cuenta el BCRA para sostener su política de ancla cambiaria en los
próximos meses. Ayer, por caso, el dólar mayorista subió 3 centavos a $97,74,
lo que redondeó un alza mensual de casi 1,1%. En el año, acumula un incremento
del 16,15%, la mitad de la inflación de los primeros siete meses de 2021. Ese
poder de fuego es también el que utiliza para intervenir sobre las cotizaciones
financieras (MEP y CCL), que cerraron agosto con algo más de calma en $170
luego de jornadas agitadas a raíz de las últimas restricciones establecidas
para su operatoria.
Expectativas
En ese marco, el
mercado “compra” el sendero planteado para el tipo de cambio hasta las
elecciones. Lo muestran los precios pactados en los contratos cortos de dólar futuro
del Rofex, que a lo largo de agosto cayeron entre 253 y 443 puntos básicos,
según cálculos del analista Andrés Reschini.
Sin embargo, el
panorama es distinto tras el umbral del 14 de noviembre: el mercado espera una
aceleración del ritmo de depreciación que empiece a compensar parte del desfase
entre la suba acumulada por el dólar oficial y la inflación. Así, la curva de
tasas implícitas en los contratos se empina: pasa del 31,96% a fines de
noviembre al 50,43% a fines de enero. Aun así, las posiciones más largas
también cerraron con precios a la baja, aunque con un descenso algo más leve.
El economista e
investigador Alfredo Schclarek Curutchet sostiene que la lectura no debe ser
lineal: “Los contratos de dólares futuros son una especie de seguro de cambio,
por ello, su precio no sólo refleja una expectativa de depreciación sino
también un componente de riesgo. Los precios actuales para los meses
postelectorales reflejan un mayor riesgo o incertidumbre sobre cuál será la
estrategia del BCRA después de las elecciones. Es decir, si te voy a dar un
seguro, no sólo debo cobrarte por la expectativa sino también por la
incertidumbre”.
Algo similar
ocurrió con los bonos soberanos dólar linked, otro
habitual refugio de cobertura cambiaria para los inversores. Los títulos atados
al tipo de cambio oficial a 2022 subieron en el mes 1% en promedio y terminaron
con rendimientos negativos, aunque en las últimas ruedas la demanda se detuvo y
operaron más ofrecidos.
En todo este cuadro
se apoya el Gabinete económico para sostener que hoy por hoy no existen
significativas expectativas de un salto devaluatorio para después de las
elecciones, un escenario que descartan de plano. Y remarcan que, lejos de lo
que se anticipaba hasta hace poco, los activos argentinos viven hoy un rally
alcista a días de las PASO.
Es por eso que,
ante la consulta de Ámbito, fuentes cercanas a Martín Guzmán
desmintieron ayer un supuesto anticipo del Presupuesto 2022 publicado en un
portal, que proyectaba un dólar mayorista para fines de ese año a $159, lo que
implicaría una suba anual del 55%. “Son datos falsos. El proyecto está aún en
elaboración. Y esos no son los números que están contemplados”, aseguraron.
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